domingo, 31 de agosto de 2008

LA BOLSA, EN EL LARGO PLAZO.





www.labolsa.com/canales/605

LA INVERSIÓN EN BOLSA, A LARGO PLAZO.
Servicio de Estudios de Caja Madrid, a 30 de julio de 2002.

Con frecuencia se escucha que la inversión en bolsa a largo plazo siempre es rentable. De hecho, si se observa un gráfico de largo plazo de cualquier índice bursátil se observa como en la mayoría de los casos se encuentra en niveles superiores a, por ejemplo, hace 10 años. Pero no es así siempre. El ejemplo más cercano lo tenemos en el Nikkei japonés, que actualmente se encuentra en torno a 10.500 puntos cuando en 1990 rondaba los 39.000, es decir, doce años después está un 73% por debajo. A lo largo de la historia se han atravesado largas fases en las que los mercados han permanecido estancados, incapaces de superar sus anteriores máximos. Podemos citar dos ejemplos de ello en el caso del Dow Jones, por ser este uno de los índices más antiguos y más seguidos por la comunidad bursátil:

1) Considerando datos mensuales, en agosto de 1929 el Dow Jones cerró en 380 puntos. En octubre de ese mismo año se produjo el consabido crack y, a continuación, la Gran Depresión. En noviembre de 1954 el Dow cerró en 386 puntos. Supone ello que si un inversor hubiera comprado el índice en agosto del 29 habría tardado 25 años en recuperar su inversión.

2) Del mismo modo, en enero de 1966 el Dow cerró en 983 puntos y hasta octubre de 1982 no logró superar ese nivel, lo que supone 16 años de espera.
Vemos, pues, que cuando se dice que la inversión en bolsa a largo plazo es rentable, falta precisar un par de detalles. El primero es ¿cuán largo debe ser el plazo?, que a su vez depende del segundo, que es ¿en qué momento bursátil?. Con respecto a lo primero, podemos hablar de 3, 5, 10 años, o incluso más. Naturalmente, cuanto más ampliemos el horizonte la historia demuestra que las posibilidades de ganancia son mayores, pero ¿alguien invierte a 15 ó 20 años? La respuesta es que sí, pero no la mayoría de los participantes en las bolsas. Considerando un horizonte de inversión de 10 años y volviendo al ejemplo del Dow Jones, vemos como desde 1914 hasta la actualidad, la rentabilidad media obtenida habría sido de un 7,11% anual, es decir, que casi se duplicaría el capital. No obstante, también hay que decir que siguiendo la citada estrategia, en un 25% de las veces la rentabilidad anual obtenida habría sido de un 1,5% o menos; que la mitad de las veces habríamos obtenido hasta un 6% y que sólo un 25% de las veces habríamos ganado un 10,5% o más. Con relación a la segunda cuestión planteada, el momento de inversión en bolsa, es obvio que no es lo mismo entrar en un mercado cuando se encuentra en niveles máximos que hacerlo después de una fuerte corrección.

Por reforzar esta idea, entrando en el Dow Jones en el peor momento posible habido desde 1914 hasta hoy -en los máximos de agosto de 1929- y habiendo mantenido nuestra inversión 10 años, habríamos llegado a perder un 64% de su valor, mientras que habiéndolo hecho en el mejor momento posible -en los mínimos de junio de 1989-, habríamos ganado un 350%. Todo ello nos lleva a recordar las fases que se dan dentro de una tendencia principal de un mercado: Fase de acumulación: Se caracteriza por el predominio de noticias negativas tanto económicas como financieras, un pesimismo generalizado, la ausencia de inversores minoristas e incluso momentos de fuerte presión vendedora a cualquier precio. Este es el momento en el que se salen los pequeños inversores y entran los grandes en el mercado.

Fase de participación: Esta fase se caracteriza por un avance de los precios y un volumen que va creciendo a medida que la bolsa comienza a recuperarse. Las noticias sobre la economía mejoran y la afluencia de inversores al mercado es cada vez mayor.

Fase especulativa: Es el momento en que todo el mundo piensa que las subidas no van a tener fin, todas las noticias son muy positivas, los beneficios de las empresas baten récords y el avance de las cotizaciones parece imparable.

Fase de distribución: En esta fase los precios siguen subiendo, pero con menos fuerza que en la anterior. Es el momento en el que los grandes inversores salen del mercado vendiendo sus participaciones a unos pequeños inversores ávidos de comprarlo todo. Es un proceso en el que con cautela y poco a poco, el papel va pasando de las manos fuertes ( los inversores bien informados y/o con mucho dinero ) a las manos débiles ( los inversores minoritarios y que no se informan suficientemente ) del mercado.

Fase bajista: Esta fase llega cuando la mayoría de los pequeños inversores que querían participar en el mercado ya lo han hecho y no queda prácticamente nadie que quiera comprar, pues los grandes inversores ya se han desprendido de sus participaciones. Los precios ya no pueden seguir subiendo porque falta dinero, entonces comienzan las bajadas de precios, que a su vez alimentan nuevas ventas a medida que los precios van cayendo. Son frecuentes, incluso, los momentos de pánico vendedor, lo que acelera las caídas. Entonces se llega a un punto en el que los precios son tan bajos que lentamente se vuelve al principio... a la fase de acumulación.


www.elmundo.es/sudinero/noticias/act-138-24.html

¿ Es Todavía la Bolsa la Mejor Inversión ?

Distintos estudios comparativos demuestran que, a largo plazo, la
renta variable es la opción más provechosa.

Por Carmen Llorente

Domingo 20 de septiembre de 1998.- En medio de las turbulencias bursátiles que azotan al mercado, muchos analistas comienzan a pensar en qué alternativas de inversión hay a la renta variable.
Algunos ciudadanos, presa del pánico, han sacado el dinero del mercado de acciones y lo han puesto en alguno de los productos de renta fija que ofrecen mayor seguridad. Otros han optado por invertir en el mercado inmobiliario, incluso hay quien ha apostado por el arte.
Antes de la hecatombe de agosto, la renta variable aparecía como la mejor de las inversiones. No era para menos. El Índice General de la Bolsa de Madrid se revalorizó un 50% hasta el pasado 19 de julio, cuando fijó el máximo histórico. No hay que olvidar, además, las grandes revalorizaciones conseguidas en años precedentes: un 42,2% en 1997 y un 39% en 1996.
Todos los productos ligados a la inversión bursátil obtuvieron, también, elevadas rentabilidades. Fue el caso de los fondos de acciones, los planes de pensiones o los depósitos bancarios de renta variable.
Pero, de repente, la Bolsa ha perdido atractivo y los ahorradores comienzan a preguntarse si es la inversión adecuada.
La respuesta depende del tiempo o la duración de su apuesta. Los analistas son unánimes. La Bolsa es la inversión más rentable en el largo plazo ( más de dos años ). No sucede así en el corto, donde la imprevisibilidad de la renta variable puede conllevar pérdidas importantes.
Mejor que los bonos. Un análisis realizado por la Dirección de Estudios de la Bolsa de Madrid revela que la adquisición de acciones durante 1980 y 1997 produjo una rentabilidad anual del 21,5%, seis puntos porcentuales más que el rendimiento obtenido por los bonos a largo plazo ( 15,3% ).
La inversión en Bolsa, en el mismo período de tiempo, ha sido también más productiva que la compra de renta fija a corto plazo. El rendimiento anual de los depósitos a un mes entre 1980 y 1997 se situó en el 13,2%.
Sin embargo, dentro del plazo 1980-1997, la renta variable no siempre ha sido la mejor inversión. Ha habido bastantes años en los que la rentabilidad de los bonos ha sido superior a la de las acciones. Fue el caso de buena parte de los ejercicios comprendidos en el periodo 1980-1984 ( ver gráfico en la página ). En los últimos 18 años ha habido varios ejercicios en los que la Bolsa ha registrado una rentabilidad negativa.
Esta evolución registrada en el mercado de acciones español es homogénea a la dada en los mercados internacionales. Así, la diferencia de rentabilidad entre los bonos a largo plazo y las acciones en Gran Bretaña entre 1919 y 1996 fue de 5,9 puntos porcentuales a favor de la renta variable, y en Estados Unidos, entre 1926 y 1990, de 5,5 puntos.
El banco de negocios británico BZW realizó el primer análisis comparativo entre rentabilidades de la deuda y la Bolsa en el Reino Unido. El objetivo era demostrar que había que invertir más en renta variable, ya que en el largo plazo siempre era más productiva.
A este estudio británico siguieron otros, y los inversores de los países occidentales, siguiendo estos análisis, aumentaron sus inversiones en Bolsa con vistas a obtener un buen beneficio en el largo plazo.
Actualmente, todos los analistas aconsejan comprar acciones si se quiere realizar una inversión a largo plazo. Pero ninguno recomienda la Bolsa con un horizonte inferior a dos años, ya que en los cortos períodos de tiempo la renta variable no sólo puede ser menos productiva, sino que puede tener un comportamiento negativo.
Los dividendos. No hay que olvidar, además, que la rentabilidad en Bolsa se obtiene por dos vías: los dividendos, un rendimiento que se conoce de antemano antes comprar las acciones y la revalorización del valor.
Según el estudio de BZW, los dividendos suponen dos tercios de la rentabilidad total de la inversión en acciones en largos espacios de tiempo.
¿Cuál es el riesgo de tener números rojos comprando y vendiendo acciones en el corto plazo? Ahorro Corporación ha realizado un estudio que mide las probabilidades de perder dinero según el período que dure la inversión. Para ello, ha utilizado la evolución histórica del Índice General de la Bolsa de Madrid en un plazo de 14 años.
Según este análisis, la probabilidad de obtener pérdidas en Bolsa cuando se invierte a un año es del 28%.
Este porcentaje va disminuyendo según aumenta la duración de la inversión. Así, cuando se compra y se vende a tres años vista, la probabilidad de perder dinero se reduce al 22,8%, y en cinco, al 19,8%.
A partir de los cinco años de inversión, el riesgo de generar pérdidas comienza a reducirse fuertemente, ya que baja al 12,7% en períodos de seis años, al 3,8% en siete, y al 1,9% en ocho.
Según el estudio de Ahorro Corporación, a partir del noveno año de inversión ya no existe ningún riesgo de registrar pérdidas.
Pero hay otras inversiones además de la renta fija y variable. ¿Qué posición ocupa la Bolsa frente a otras alternativas?

Después de la Bolsa y la renta fija, el mercado inmobiliario es la inversión más utilizada por el ciudadano español. Se dice, además, que tradicionalmente muchos inversores con las ganancias de las acciones compran pisos.

De hecho, en el último año, el mercado inmobiliario ha experimentado una importante reactivación, provocada principalmente por el crecimiento económico, la confianza de los ciudadanos en la marcha del país y la bajada de los tipos de interés. A estos factores, además, algunos analistas añaden que parte de las grandes ganancias cosechadas en la Bolsa ya se han dirigido a este sector.
Comprar pisos. ¿Pero cuál es el rendimiento de una inversión inmobiliaria? La rentabilidad en una vivienda se obtiene mediante dos vías: el alquiler y la venta del piso a un precio superior.
Actualmente, la rentabilidad de un inmueble en alquiler oscila entre el 5% y el 7%. Un rendimiento superior al que ofrece la renta fija ( las letras a un año están al 3,6% y la deuda a largo plazo al 4,42% ).

Pese a la caída de agosto, que continúa en septiembre, la Bolsa acumula una ganancia en el ejercicio del 13%, más que la rentabilidad que ofrece un alquiler de un piso.
En el largo plazo, la rentabilidad de un inmueble dependerá de la evolución de los precios. Los expertos, sin embargo, han descartado que en los próximos cuatro o cinco años vaya a producirse un boom como el de los años ochenta, cuando el precio de la vivienda se multiplicó por cinco.
La perspectiva es que los pisos aumentarán una media del 3% este año, un punto por encima de la inflación prevista, según el último informe de la Sociedad de Tasación. En otras palabras, la inversión en casas ofrece un rendimiento moderado, que puede ser superior al bursátil, dependiendo del período de tiempo y de las características del inmueble.
Hay otras alternativas, como el arte, el vino, las antigüedades... Pero comparar el rendimiento de éstas con la Bolsa es tarea imposible.

Las inversiones no financieras, a excepción del mercado inmobiliario, son muy distintas y variadas. Se pueden obtener grandes plusvalías, pero también se puede perder dinero si no se conoce el mercado. Más aún que en la Bolsa o en la deuda, para invertir en obras de arte o en una cosecha excelente de vino se necesita un gran conocimiento en la materia.

http://toros-osos-y-borricos.blogspot.com/search/label/ECONOMIA

lunes, A 15.01.07. JAPÓN: implicaciones para el inversor de largo plazo.


LA CRISIS JAPONESA.- Ningún país experimentó nunca una transformación económica como la que ocurrió en Japón entre los años 1953 a 1973. La economía nipona creció a unas tasas anuales impresionantes, impulsada por su Gobierno a través de los ministerios de Comercio Internacional e Industria y de Hacienda principalmente. El Gobierno japonés diseñó un plan de crecimiento económico a largo plazo digno del mismísimo Sun Tzu. Así, éste elegía las industrias estratégicas que liderarían el crecimiento económico del país y, por medio de concesiones de licencias a la importación y de préstamos fáciles, dirigía la inversión privada hacia estas industrias. Además, el Gobierno japonés protegería a estos sectores frente a la competencia exterior para que pudieran afianzarse en el mercado doméstico. Una vez afianzadas en el mercado nipón, las empresas estratégicas (siempre apoyadas por el Estado) comenzarían su expansión exterior hasta derrotar a sus competidoras extranjeras en su propia casa. La ayuda incesante del Gobierno japonés supuso que los directivos de estas empresas comenzaron a ignorar la rentabilidad de sus inversiones, centrándose exclusivamente en ganar cuota de mercado y en la expansión internacional. Uno de los elementos más curiosos de la economía japonesa era el de los KEREITSU. Estos eran grupos de empresas aliadas organizadas alrededor de un banco poderoso que tenía fuertes participaciones en sus accionariados. Gracias al Kereitsu, las empresas no se financiaban con acciones ni con bonos sino que lo hacían con préstamos concedidos por su banco principal. De esta forma, los directivos nipones no se preocupaban de la opinión de los mercados sobre sus decisiones estratégicas. Dicho de otra forma, las empresas niponas no tenían que mostrar una rentabilidad respetable a corto plazo para financiarse a precios razonables.

El elevado proteccionismo del Estado durante las cuatro décadas anteriores al pinchazo de la burbuja, tranquilizaba a los ciudadanos japoneses, los cuales no se preocupaban de la calidad de los créditos que concedían sus bancos pues, en caso de catástrofe, "papá Estado" intervendría y nunca permitiría que perdieran su dinero. Pero papá Estado estaba más preocupado con el crecimiento de su economía que con la seguridad financiera de sus ciudadanos. Así, decidió liberalizar el sector bancario para que los bancos tradicionales (muy conservadores), presionados por la nueva competencia, decidieran tomar mayores riesgos, concedieran más créditos que impulsaran la inversión y, finalmente, colaboraran en el crecimiento económico. La calidad de los préstamos y de las inversiones bancarias cayó en picado pero el incremento de su volumen ayudó a hinchar enormemente la economía japonesa.

Así, a principios de los 90, la capitalización de la bolsa japonesa era mayor que la de la bolsa americana, aunque la población norteamericana y el PIB norteamericano duplicaban a la población y PIB japoneses. Las grandes empresas se vendían a PERes de 60 veces y más. A esto debemos añadir un aumento sin precedentes del precio de la tierra. Esta fiebre especulativa se estaba financiando por las empresas financieras a unos tipos ligeramente superiores a los del mercado. Estas circunstancias tan extraordinarias y anormales, generaron una crisis tan, o más, extraordinaria y anormal. De hecho, desde 1991, durante 16 años de crisis económica, el PIB japonés en términos reales sólo ha mostrado números rojos en tres años: 1997 (-0,70), 1998 (-1,30) y 2001 (-0,80). Es una crisis sin crisis. El problema se debía a que las tasas de crecimiento japonesas eran bajas y no bastaban para satisfacer toda la capacidad económica del país.
En este entorno de crisis, el Gobierno japonés decidió actuar ( aunque lo hizo bastante tarde ). Primero subió los tipos para intentar frenar el crecimiento y evitar el crack ( les salió mal ). Después bajaron los tipos de interés al mínimo para potenciar el gasto y la inflación ( les salió mal ). Por último, intentaron reanimar la economía a través del gasto público (¡keynes para todos!) pero el envejecimiento de la población impidió al Gobierno seguir con estos planes de forma sostenible ya que dichos fondos se necesitaban para garantizar las pensiones ( les salió mal ). Y así desde 1991 hasta 2004. Pero en los últimos años el Gobierno japonés parece que ha descubierto el motivo real de la crisis: la pérdida de confianza de los japoneses en su sistema financiero. Esta es la clave. Así que las últimas medidas han ido dirigidas a sanear los bancos y recuperar la confianza. Para ello, todas las medidas han buscado crear inflación para subir tipos y así:

1) presionar al ahorrador japonés a gastar e invertir so pena de pérdida de valor temporal del dinero y
2) mejorar los márgenes bancarios, hacerlos rentables y que recuperen la confianza perdida.

JAPÓN Y LA INVERSIÓN A LARGO PLAZO.

Como hemos visto, la crisis japonesa es muy especial. No por ello podemos pensar que nunca va a volver a repetirse, pero hay que reconocer que es una anomalía dentro de la Historia Económica mundial. Factores familiares como el incremento del precio de la tierra y el envejecimiento de la población se mezclan con factores tan raros como los Kereitsu, el "extraño intervencionismo" ( por llamarlo de alguna manera ) del Gobierno japonés, la falta de respeto a los mercados financieros por parte de los directivos japoneses, la falta de confianza en el sistema bancario, la falta de rentabilidad y de criterio de los bancos... en fin, muchos más aspectos anormales que normales. Y en este entorno tan anormal, tenemos el único caso en la historia de las economías de los países desarrollados en el que la Bolsa baja durante más de cinco años. ¿Es esta la prueba de que el "Comprar y Mantener" es una estrategia peligrosa, "inmadura" o errónea? Yo creo que no. Y creo esto porque en circunstancias normales ( es decir, si todo ocurre como ha ocurrido desde que las Bolsas son Bolsas y el capitalismo es capitalismo ) el "Comprar y Mantener" funciona. Así de claro. Sólo una vez ( en el caso de Japón ) esta estrategia no ha funcionado y fue en un caso extremadamente raro y con unos factores propios de un país concreto como Japón (con el kereitsu como máximo exponente). Esto no quiere decir que no se pueda volver a repetir. Simplemente demuestra que lo que pasó es muy raro y que vuelva a pasar es aun más raro (porque todos los gobiernos y economistas lo han estudiado hasta la saciedad).
Por tanto, no podemos rechazar el "Comprar y Mantener" por haber fallado en una irregularidad. Cualquier otra estrategia de inversión a corto y medio plazo tiene muchísimos fallos en un entorno de absoluta normalidad. En entornos de anormalidad absoluta ( como en el caso de Japón ) ya ni hablamos. Análisis Técnico, Elliott, Análisis Fundamental cortoplacista, Market Timing con la Economía, Rotaciones de Carteras... todos fallan a diario pero, a diferencia de lo que ocurre con el "Comprar y Mantener", se toma como algo normal y no por ello se rechaza cada método. Sólo el "Comprar y Mantener" ha resultado infalible en un entorno normal. Ningún otro método de inversión ha demostrado ser tan rentable y tan fiable. Ninguno. Y el que diga lo contrario, que lo demuestre.



www.finanzas.com/id.3334608/noticias/noticia.htm

La bolsa, a largo plazo, más rentable que los planes de pensiones garantizados.

Invertir en un plan de pensiones garantizado supone sacrificar una gran parte de tu rentabilidad, que podría ser mayor invirtiendo en renta variable, a cambio de eliminar un riesgo que, a largo plazo, es moderado.

Ignacio Bañón - Finanzas.com20/05/2002

Los planes de pensiones garantizados, ayudados por el mal comportamiento de la bolsa en los dos últimos años, están atrayendo a un buen número de inversores. Pero invertir en este tipo de planes, que garantizan una rentabilidad en un periodo de tiempo, puede no ser una buena opción a largo plazo.
Tener un plan de pensiones es invertir para la jubilación. Esto es, en muchos casos, invertir a muy largo plazo (por ejemplo 20 ó 30 años). La clave del éxito no es cambiar de plan cada año según vaya la bolsa. La clave es dejar el dinero quieto en un activo que se comporte bien en periodos largos. Y a muy largo plazo, la renta variable suele ser imbatible.
La diferencia entre invertir en un plan garantizado o invertir a largo plazo en renta variable (sin garantía) puede ser muy grande. Mira la siguiente tabla para comparar la una inversión de 10.000 euros en un plan que te garantiza un 40% de rentabilidad al cabo de 10 años, o en renta variable (al 10% anual, cifra conservadora si tenemos en cuenta que la rentabilidad de bolsa en los últimos 75 años ha sido superior al 11%):



Año Plan Garantizado ( 40%, en 10 años ) Renta Variable ( 10% de media )

0 10.000 10.000
10 14.000 25.927

20 19.600 67.275

30 27.440 179.494



Pero hay un factor más: la inflación. Si ajustamos la rentabilidad para expresarla euros de hoy (descontando una inflación del 3%) podemos comparar el poder adquisitivo de las dos inversiones.


Rentabilidad esperada ( en euros de hoy )


Año Plan Garantizado Plan en Renta Variable

0 10.000 10.000

10 11.000 19.672
20 12.100 38.697
30 13.310 76.123


Dicho de otra forma, en euros de hoy, estos planes garantizados a duras penas mantienen el poder adquisitivo de tu inversión. Si la inflación sube por encima de lo esperado, tu plan garantizado pude incluso perder valor, en euros de hoy.

¿Y el riesgo? Efectivamente, nadie te garantiza que la renta variable vaya a tener el rendimiento esperado. Puede tener un rendimiento mayor o menor. Pero la renta variable siempre ha tenido rentabilidad positiva en periodos de más de 10 años. El riesgo a largo plazo es relativamente bajo tal y como se ve en la siguiente tabla -Fuente: Micropal 1949-1999 EEUU-. Y no parece que reducirlo a cero compense la pérdida de rentabilidad que muestran las tablas anteriores.


Rendimientos históricos de la renta variable

En periodos de 1 año
De +53% a -26%

En periodos de 5 años
De +29% a -2%

En periodos de 10 años
De +20% a +1%

Otros planes de pensiones garantizados están estructurados de forma distinta. Te garantizan, por ejemplo, el capital cada año y un porcentaje de la revalorización de un índice. El problema de fondo sigue siendo el mismo: se sacrifica sustancialmente la rentabilidad esperada de tu inversión, a cambio de una mayor certeza de los resultados. Y esta estrategia no tiene mucho sentido en el largo plazo, porque los años buenos se compensan con los malos, y la rentabilidad media "no garantizada" es mucho más alta.
Por eso te recomendamos que no juegues con tu jubilación: invertir en activos rentables a muy largo plazo es la mejor seguridad de conseguir una jubilación sin problemas financieros. Y recuerda: siempre puedes cambiar de plan de pensiones. Por ley.


www.bolsacinco.com/051128080025B5_ganar_dinero_bolsa_
decantate_valor_inversiones_largo_plazo.htm



Ganar dinero en bolsa: decántate por el valor en inversiones a largo plazo.

Maria Monteavero :: 28/11/2005

A largo plazo, invertir en empresas de crecimiento, más volátiles, supone
un riesgo mucho mayor que invertir en las conocidas como de valor,
más estables. Self Trade Bank afirma que gran parte de la rentabilidad de una
cartera invertida en crecimiento durante ocho años puede perderse durante
una crisis bursátil, mientras que, en esos momentos, la inversión en valor queda
mucho más protegida.

CAPÍTULO 5. ESTRATEGIA VALUE. LA DE WARREN BUFFET.

A largo plazo, siempre merece la pena invertir más en compañías de valor que en compañías de crecimiento. Si, por ejemplo, tomamos 1.000 dólares invertidos en diciembre de 1975 en compañías de crecimiento, treinta años después tendríamos 33.390 dólares, es decir, habríamos obtenido unos beneficios de 32.390 dólares. Por el contrario, los mismos 1.000 dólares invertidos en 1974, esta vez en compañías de valor, se habrían transformado en el mismo período de tiempo en 61.230 dólares, un 83% más que invirtiendo en crecimiento. El inversor debe tener en cuenta que una empresa de valor siempre “cotiza barata respecto a sus activos”. O lo que es lo mismo, tiene más valor que lo que el mercado le reconoce. En España, Gas Natural, BBVA, Sacyr Vallehermoso, Banco Santander y NH Hoteles son algunas de las compañías value. Este tipo de empresas se caracteriza por tener un PER bajos (número de veces que el beneficio está contenido en el precio de la acción) en el caso de las petroleras, rentabilidades por dividendo altas, como las eléctricas, y crecimientos de beneficios difíciles de predecir, en el caso de las compañías de materias primas.

Warren Buffet: una estrategia de inversión infalible

El gurú de las finanzas sigue un método de inversión que Self Trade Bank considera infalible:

1. Lo primero que hace Buffet es fijarse en el beneficio neto sobre fondos propios de la empresa (ROE) para medir su rentabilidad. Luego lo compara con el ROE medio del sector. No sólo hay que tener en cuenta que el ROE del último año sea elevado sino que también sea consistente en el tiempo.

2. “El endeudamiento excesivo genera volatilizad en los beneficios en función de si suben o bajan los tipos de interés. Por este motivo, Buffet prefiere comprar empresas con ratios de endeudamiento bajos.

3. Buffet sólo compra empresas en las que “una buena proporción de los ingresos se conviertan en beneficios”. Para el gurú lo que importa es que ese margen neto (beneficio neto/ ventas) sea creciente y, sobre todo, que haya seguido una progresión ascendente en los últimos cinco años.

4. El inversor americano no compra empresas que lleven menos de diez años cotizando en bolsa. Si tú quieres hacerlo, fíjate siempre en que la compañía tenga un “sólido historial a sus espaldas” que te permita estudiar sus movimientos, beneficios, etc. a fondo.

5. Negocios con ventajas competitivas. La empresa tiene que diferenciarse en cuanto a producto o servicio del resto de la competencia.

6. Buffet busca sobre todo empresas de calidad que estén infravaloradas por el mercado. De esta forma, “si el valor del mercado es un 25% inferior al valor fundamental de la empresa en la que queremos invertir, hay negocio”. Todos estos requisitos pueden ayudarte a decidirte por las empresas en que debes invertir aunque, eso sí, si vas a invertir a largo plazo, hazlo en las compañías de valor en vez de en las de crecimiento.


CÓMO OPERAR EN DISTINTOS PLAZOS TEMPORALES.


www.bolsa-e.com


CADA ONDA CON SU GRÁFICO.

Una de las cuestiones más importantes que debemos solventar es decidir en qué tipo de plazo preferimos operar y, consecuentemente, qué tipo de plazo debemos usar en nuestros gráficos. Así que voy a dar mi opinión al respecto.

Lo primero que tenemos que tener en cuenta es que los gráficos son una especie de fractal. Da igual que miremos un gráfico en período mensual, semanal, diario o intradiario. Todos los gráficos nos van a parecer iguales. Si no supiésemos qué período de tiempo usa un gráfico concreto jamás seríamos capaces de averiguarlo. Yo, para mis análisis, utilizo gráficos con seis compresiones de tiempo distintas; a saber: tendencias de ciclo, tendencias primarias, secundarias, menores, menudas y mínimas. A continuación explicaré que son cada una de ellas y qué tipo de compresión temporal uso en mis gráficos para ver cada una de dichas tendencias.

Siempre he creído que la primera y mejor lección sobre bolsa nos la ha dado la Biblia cuando en ella se cuenta la historia de José. Él interpretó los sueños del Faraón advirtiéndole de que la economía es cíclica (al igual que parece serlo el universo entero porque la línea recta no existe. Sólo existe la línea curva). Él advirtió al Faraón de que al ciclo de abundancia o vacas gordas, le seguiría el ciclo de escasez o vacas flacas.

Pues bien, creo que lo adecuado para situarnos es a partir de aquí: desde los ciclos económicos. Un ciclo económico durará en torno a 10 años (esta cifra es aproximada) y dentro del ciclo habrá una fase alcista o de vacas gordas y otra bajista o de vacas flacas. Y para visualizar ciclos lo adecuado es usar gráficos mensuales.

Un ciclo se subdivide en ondas primarias (que duran varios años). Un ciclo tendrá, cuando menos, una onda primaria para su fase de vacas gordas (la cual es lo que conocemos como tendencia primaria alcista) y tendrá otra onda primaria durante su fase bajista o de vacas flacas (llamada tendencia primaria bajista). Para visualizar las ondas primarias lo adecuado es usar gráficos semanales. Y este tipo de ondas, las primarias, junto con este tipo de gráficos, los semanales, son los que deben usar aquellos que operen a largo plazo. Es decir, aquellos que esperan mantener un valor durante toda su tendencia primaria alcista o fase de vacas gordas del ciclo económico, para vender el valor cuando comience su tendencia primaria bajista o fase de vacas flacas. (Este tipo de operativa bursátil, la de operar en tendencias primarias, es la que usan la mayoría de los grandes tiburones. En otro artículo explicaré por qué)

Una tendencia primaria se subdivide en tendencias secundarias. Este tipo de tendencias duran varios meses y para visualizarlas lo adecuado es utilizar gráficos diarios. Las tendencias secundarias son las más usadas por aquellos que prefieren operar a medio plazo.
Las tendencias secundarias se subdividen en tendencias menores. Éstas duran desde unos días a varias semanas. Y para visualizarlas se usa gráfico diario e intradiario de 1 hora. Las tendencias menores son las que suelen usar las personas que prefieren operar a corto plazo.
Las tendencias menores se subdividen a su vez en tendencias menudas. Para operar en acciones, estas tendencias ya apenas se usan (aunque hay gente que sí lo hace) porque son demasiado pequeñas. Sin embargo sí se usan en derivados porque gracias a su apalancamiento estas pequeñas tendencias son muy rentables. Además, hay que tener en cuenta que en derivados trabajan con mayor compresión temporal. Es decir, si en acciones solemos trabajar principalmente con las tendencias primarias, secundarias y menores, en derivados se trabaja con las tendencias secundarias (que hacen las veces de primarias), con tendencias menores y con tendencias menudas. Para visualizar las tendencias menudas es bastante habitual usar gráficos de 15-30 minutos y suelen durar desde unas horas hasta unos pocos días. La utilidad principal que tienen para la operativa con acciones es la de ayudar a afinar con mayor precisión el momento de la compra y de la venta. Ya que gracias a las tendencias menudas se puede afinar muchísimo el punto exacto para comprar y vender los valores.

Por último, el último plazo de compresión temporal que se usa en acciones (un plazo que pocos operadores usan) es el de las ondas mínimas. Por supuesto, las ondas mínimas son las ondas en las que se subdividen las ondas menudas. Para visualizar estas ondas hay que usar gráficos de 5 minutos, con lo cual estas ondas sólo pueden distinguirse en valores líquidos. O sea que en chicharros difícilmente las vamos a distinguir. Son tendencias que duran sólo unas horas. Y su utilidad está exclusivamente en superafinar lo ya afinado. O sea, se usan para conseguir una mayor grado de precisión tanto en el momento de la compra como el de la venta.


Las tendencias y la rentabilidad a muy largo plazo.

De megabolsa.com.

En consecuencia podemos afirmar, en contra de afirmaciones vertidas reiteradamente en este foro, que la inversión en Bolsa puede ser un excelente instrumento de inversión a largo plazo; es más, que es un instrumento muy apropiado, sobre todo, para rentistas, en función de su capacidad de diversificación, liquidez para circunstancias excepcionales, flujo regular de dividendos (con un excelente tratamiento en comparación con otros flujos), muy buen tratamiento fiscal de las plusvalías generadas a largo... el problema es sobre todo psicológico, hay que convivir con la volatilidad y no todo el mundo está dotado para ello (es la denominada "aversión al riesgo" ).



LA BOLSA EN EL LARGO PLAZO.

www.injef.com/revista/empresas/jmm_000505.htm

Finalmente terminaré con unas palabras de uno de los mejores inversores del siglo pasado, Warren Buffet. Sus inversiones son de largo tiempo, busca compañías que piensa se valorarán en cinco años o más. Aunque el año pasado tuvo un mal año, pues no se sintió confortable con las inversiones de tecnología, cuyos balances no entiende, en estos momentos de crisis su fondo o compañía holding Berkshire Halthway ha subido en los últimos meses un 35% cuando la bolsa ha sufrido los mayores altibajos de la historia. Habla indirectamente de esta '''exhuberancia irracional '' de estos momentos:
"Para invertir con éxito durante toda la vida no se necesita un coeficiente intelectual enorme, una intuición empresarial insólita o tener información privilegiada. Lo que se necesita es un marco teórico firme para tomar decisiones y la fuerza de voluntad para evitar que las emociones destruyan ese marco. Un asesor puede prescribir de forma clara y precisa el marco adecuado. El inversor debe aportar la disciplina emocional.
El que el inversor consiga unos resultados excepcionales dependerá del esfuerzo que se aplique en las inversiones y de la magnitud de locura que haya en los mercados durante su carrera como inversor. Mientras más absurdo sea el comportamiento del mercado, mejor será la oportunidad para el inversor metódico."

www.expansion.com/edicion/expansion/economia_y_politica/
es/desarrollo/684276.html

La bolsa ofrece más rentabilidad a largo plazo que la vivienda. E.S.Mazo/D.Badía

Abróchense los cinturones. La bolsa ha consolidado los 12.000 puntos, pero llega el mal de altura.
El Ibex 35 tiene vértigo y poco a poco comienzan los suaves descensos. Pero no hay que echarse todavía las manos a la cabeza: dicen los analistas que, aunque con vaivenes, la bolsa cerrará el año en el nivel actual. A largo plazo, quien aguanta en la Bolsa, gana.
Lo que hasta aquí puede parecer una conclusión obvia deja de serlo cuando se compara el mercado inmobiliario y bursátil. Pese a que la vivienda cada vez gana más fama como instrumento de inversión, la bolsa es más rentable. Las cifras hablan por sí solas: la alta volatilidad del mercado y sus vaivenes no impiden que, desde su nacimiento hasta hoy, el Ibex 35 haya ofrecido una rentabilidad media del 11,4%, frente al 8,8% de la vivienda. O, lo que es lo mismo: cien euros invertidos en Bolsa en 1988 tienen hoy el valor de 317 euros. Mientras, 100 euros depositados en vivienda, en el mismo periodo, se han revalorizado sólo hasta 267. Las cifras –recogidas a partir de los datos del Ibex y de la Sociedad de Tasación– sorprenden, si bien se deben a las peculiaridades del mercado español, en el que el boom inmobiliario se ha convertido en la estrella de la rentabilidad en Europa. Mientras, la bolsa, que aleja ahora los fantasmas del pinchazo tecnológico, ha experimentado grandes cambios desde su nacimiento.De hecho, al calcular la rentabilidad bursátil no hay que olvidar que no se puede invertir en todo el Ibex, a no ser que un accionista reparta sus ahorros entre las 35 empresas que componen el índice y que, para seguir con el supuesto calculado, esas compañías hubieran sido siempre las mismas. En cualquier caso, y pese a que ninguna comparación es exacta, al analizar la cotización de las empresas que más tiempo han sobrevivido en el índice, la conclusión es similar; e incluso da aún más ventajas a la bolsa frente a la vivienda. En este periodo, la rentabilidad media de las empresas supervivientes en el parqué desde su nacimiento alcanza en casi todos los casos los dos dígitos: Unión Fenosa, el 26,75%; BBVA, el 24,4%; Bankinter, el 23,9%; Telefónica, el 23,47%. Entre las grandes, también se encuentran, entre otras, Gas Natural, con el 21,53%; Santander, con 20,43%, Iberdrola, Banco Popular o Endesa, todas con rentabilidades superiores al 19%. Repsol, con un 17,7%, o Mapfre, con un 15,95%, también figuran en esta lista. El mercado inmobiliario, no obstante, tampoco ha estado exento de cambios: vivió sus años dorados durante la década de los ochenta, etapa que cerró justo con el nacimiento del Ibex. Así, en 1989, la rentabilidad –estimada en base a la subida de precios– marcó un 25,7%. A partir de entonces, el mercado registró un brusco ajuste que le llevó a encadenar una de sus peores fases: en 1990, el precio se moderó hasta marcar un aumento del 6,7%; en 1991, la cifra quedaba ya en el 2%: ya en 1992, coincidiendo con la crisis económica, experimentó una caída del 1,5%, que enlazó con otro descenso del 0,2% en 1993. En aquel año, la bolsa daba una rentabilidad del 54,20%. Las cifras vuelven a hablar por sí mismas.Bolsa y vivienda se van dando el relevo. Sólo desde mediados de la década de los noventa hasta el pinchazo de las punto.com, el nuevo capitalismo otorgó un reparto de poderes entre ambos mercados.Pero aquel pinchazo marcó ya una nueva etapa, en la que la competición de rentabilidades está más reñida. El desastre bursátil convirtió a la vivienda en la reina de la rentabilidad: las fuertes caídas del Ibex 35 se combinaron con repuntes de los precios inmobiliarios de dos dígitos: subieron a la cima y parecía que nunca estarían dispuestos a iniciar el descenso. Pero lo hicieron. A partir de 2005, y coincidiendo con la consolidación de la recuperación de la bolsa, los precios se suavizaron, para crecer a ritmos de sólo un dígito en 2006. Al tiempo, el Ibex ofrecía rentabilidades de dos cifras. Como sucede hoy.A todas estas peculiaridades de uno y otro mercado hay que sumar aún otros dos: la fiscalizad –más ventajosa en la vivienda– y la volatilidad bursátil. Esta última característica hace de la bolsa y la vivienda dos sectores contrapuestos, ya que, si la bolsa baja, el inversor pierde dinero; pero si los precios de la vivienda caen, el comprador siempre habrá incrementado su riqueza y patrimonio inmobiliario.En cuanto a la fiscalidad, los incentivos a la vivienda se compensan, aunque sólo en parte, con los dividendos. Es más: mientras que las ventajas fiscales a los pisos se recortan año tras año, las grandes compañías que sobreviven en el Ibex desde sus inicios han repartido abultados dividendos netos: una media, desde los noventa, de 4,2 euros por acción.

Un ‘pinchazo’ menos doloroso.
El pinchazo de la burbuja tecnológica de 2000 todavía permanece en la mente de muchos que se dejaron llevar por la exuberancia irracional. Algunos decidieron mirar hacia otro tipo de activo donde invertir su dinero, entre ellos la vivienda, pero hubo otra estrategia de la que muchos podían haber salido ganadores: una cartera de ensueño. El Ibex 35 tocó techo en unos máximos históricos de 12.816,8 puntos y hasta los mínimos de 5.364,5 puntos del 10 de septiembre de 2002, el índice selectivo español se desplomó un 58,14%. Sin embargo, la vivienda cerró el año 2000 con una rentabilidad del 12,5%, la mayor en once años, lo que sentó muy bien al sector constructor e inmobiliario en bolsa. Durante este periodo del pinchazo, Ferrovial, Sacyr Vallehermoso, Metrovacesa y ACS fueron de las que mejor aguantaron el chaparrón con revalorizaciones de entre el 16% y el 53%. Desde los máximos históricos del Ibex, las compañías que más han subido –hasta el cierre de ayer– son Metrovacesa, Sacyr Vallehermoso, ACS y Ferrovial, con avances del 604,99%, 426,97%, 343,84% y del 290,7%, respectivamente.

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